
El 19 de septiembre de 2017, la Ciudad de México enfrentó un sismo de 7.1 grados, lo que desató una emergencia para la gerencia en salud. En el Hospital General la Raza, el doctor y director Guillermo Careaga, organizó una evacuación controlada y priorizó la atención de pacientes vulnerables, coordinando el traslado y la reubicación de servicios médicos en zonas seguras.
Según datos, en el Hospital de Traumatología de Magdalena de las Salinas, médicos y enfermeras habilitaron tres carpas de triage para recibir a los pacientes lesionados y garantizar atención continua en traumatología y ortopedia.
En otras zonas del país, como Chiapas y Oaxaca, el IMSS activó equipos médicos de emergencia (EMT) con personal especializado en urgencias y desastres, quienes brindaron atención a más de 250 pacientes y colaboraron en la habilitación de hospitales provisionales.
Estas experiencias confirmaron la importancia de la gestión hospitalaria como motor de resiliencia en situaciones de desastre.
La gestión realizada por el doctor Guillermo Careaga durante el sismo de 2017 es un caso ejemplar de respuesta transversal en una emergencia hospitalaria. Su coordinación permitió articular decisiones clínicas, logísticas y humanas en tiempo real, mostrando cómo la gerencia en salud moderniza sus funciones en escenarios de alta presión.
Este es un gran ejemplo sobre cómo el gestor sanitario moderno cataliza cambios en estas áreas esenciales:
En momentos críticos, el gestor sanitario se convierte en el eje que une la urgencia médica con la estrategia institucional. En hospitales como La Raza, su capacidad para decidir, comunicar y priorizar marcó la diferencia entre el caos y la coordinación. No es solo un administrador, sino quien traduce la gestión en acción humana.

En escenarios actuales y futuros, la gerencia en salud resulta fundamental para la gestión de epidemias, accidentes masivos y crisis institucionales, impulsando mejoras continuas en la salud pública en México.
Los hechos del 19S y análisis posteriores demostraron que hospitales liderados por gerentes capacitados pudieron reactivar servicios, minimizar daños humanos y materiales, y mejorar la seguridad tanto del personal como de los pacientes.
De acuerdo con un estudio publicado por la Revista Médica del Instituto Mexicano del Seguro Social, quienes ocupan cargos directivos en gestión sanitaria enfrentan la presión de coordinar respuestas inmediatas, mantener una comunicación efectiva con su equipo y tomar decisiones bajo condiciones de alta incertidumbre durante emergencias hospitalarias.
Programas de posgrado como la Maestría en Dirección y Gestión de Instituciones de Salud fortalecen el liderazgo estratégico indispensable en situaciones de crisis. Los estudiantes aprenden a coordinar equipos, anticipar riesgos y mantener la calidad del servicio bajo presión. Este enfoque práctico y ético prepara a los nuevos directivos para responder con humanidad ante los desafíos del sector sanitario.
El profesional en gestión hospitalaria es quien transforma los retos clínicos en estrategias organizacionales, optimiza recursos y coordina equipos que garanticen atención de calidad incluso en momentos de incertidumbre.
Su papel cobra especial relevancia en momentos críticos, como ocurrió tras el reciente sismo: mientras algunas instituciones se vieron sobrepasadas por la demanda de pacientes, otras lograron reorganizar turnos, habilitar áreas de urgencias adicionales y coordinar el traslado de insumos en tiempo récord. Detrás de esa respuesta efectiva están los gestores hospitalarios, quienes convierten la planificación en acción cuando el sistema más lo necesita.
El campo laboral es amplio:
En este contexto, programas académicos como la Maestría en Salud Pública forman profesionales capaces de anticipar riesgos, liderar con ética, implementar sistemas innovadores de gestión sanitaria y fortalecer equipos multidisciplinarios que respondan a los desafíos actuales de la salud pública en México.
El sismo del 19 de septiembre de 2017 dejó una huella profunda en México, pero también reveló algo esencial: la fortaleza del personal de salud y su capacidad para actuar con rapidez, empatía y visión estratégica en medio del caos. En esos momentos, la gerencia en salud fue el eje que coordinó esfuerzos, redistribuyó recursos y mantuvo la esperanza activa dentro de los hospitales.
Esa experiencia nos recuerda que formar líderes capaces de actuar ante la adversidad no es solo un objetivo académico, sino una forma de cuidar a las comunidades que dependen del sistema de salud. Cada decisión, cada plan de emergencia bien ejecutado, tiene un impacto directo en la vida de las personas.
Fuentes:
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